Ir al contenido principal

Entradas

Destacados

Campo de pitayas

Había corrido tanto, que ya no sentía mis pies, solo las piedras incrustadas en mis dedos y la tierra hirviendo, tres kilómetros atrás había perdido los zapatos, en mi mente solo pasaba el mismo pensamiento “no pares, sigue corriendo”. No podía ver nada más que mis manos agarrando el vestido, y mis pies imparables sobre la tierra roja. Jadeando, mi piel sudando gotas rojizas por el polvo en mi cara, levanto la mirada, ahí estaba un enorme cactus verde incrustandose en mi frente, el dolor me hizo gritar “PU-TA MA-DRE”, el mismo reflejo de mi cuerpo fue el que me hizo irme de espaldas sobre otro montón de cactus lleno de pitayas, mi espalda ahora estaba llena de espinas, pobre Jesucristo, ahora puedo entender un par de cosas. Hacía un calor infernal, me derretía cómo paleta de hielo al sol de Comala. No sé cómo llegué ahí, tenía un vestido blanco de tela lisa, pesada, ceñido a mi cintura, en mi mano un anillo dorado, corte esmeralda con una piedra del mismo nombre.  Me rendí, solté el ve

Entradas más recientes

Mujeres y hombres

...

INSTRUCCIONES PARA TENER EL CORAZÓN ROTO

Aprender

MANIFIESTO

EL PROCESO

¿Cómo sería?

De corazón

Los días felices

EL TIEMPO A TIEMPO